(Solo para alguien como yo)
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Esta es la historia de un joven pescador que de tanto vivir muy atormentado decidió todas las noches llevar sus tristezas hacia los bordes de la playa donde nadie pudiera verlo llorar.
Fue así que por espacio de un tiempo empezó a frecuentar los bordes de la playa sentándose sobre el seno de las rocas, donde pudiera contemplar el grandioso azul oscuro del vasto cielo, como el azul crepúsculo del inconmesurado mar...
Una noche repentinamente, en medio de la neblina que amedrentaba el entorno de aquella noche fría otoñal el joven pescador se percató que a escasos metros de las rocas en un rincón de la calma marea de las aguas, una bellísima mujer con una voz muy sensual se le presento ante él diciendo que se llamaba Coral.
Aquel joven impresionado e iluminado por la hermosura deslumbrante de aquella mujer sirena se quedó vislumbrado toda vez que tal beldad empezaba mágicamente a curar sus heridas y llenar el vació de su corazón con esperanza y dulzura...
Y desde ese momento, acordaron frecuentarse seguidamente.
Con el transcurso del tiempo ambos se enamoraron naciendo entre ellos una bonita relación que perduraría con el tiempo.
Con el transcurso del tiempo ambos se enamoraron naciendo entre ellos una bonita relación que perduraría con el tiempo.
Bajo la luz de la luna todas las noches se encontraban.
Aquél, esperando sentado sobre el filo de las rocas y ella que asomaba su bellísima figura sobre el arrecife del mar.
Coral, como se llamaba aquella hermosa sirena, era una joven princesa que vivía por los inhóspitos imperios que existían en las profundidades del mar, pero al margen de todo, era considerada no solo una bondadosa e inteligente sirena, sino también “ la más bella entre las sirenas que existían por los paraísos del mar”.
Pero un día, por circunstancias de la vida, aquella joven sirena llegó a enfermarse, por lo que dejaria de acudir a sus encuentros romanticos con aquél joven pretendiente.
Mientras éste, sin enterarse de lo que realmente le sucedía a su amada sirena, todas las noches como de costumbre acudía al extremo de la playa para supuestamente encontrarse con aquella.
Mas al no encontrarla, se desesperaba y al viento gritaba su nombre a fin de verla otra vez.
La llamaba desconsoladamente sin cesar....
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Así, y ante la desesperación de no sentir la presencia de su amada sirena, y no resignándose a perderla, decidió ir hacia la consecución de su amor y felicidad, y pensó:
“Mañana sirena...
Bajo el oscuro sereno del firmamento,
Descenderé hacia las profundidades de un mundo…
Por los confines del mar…
Iré a tu encuentro,
Hacia donde estés.
No importa si he de recorrer
Los inhóspitos cielos del mar;
En algún lugar yo te hallare “.
Fue así que al día siguiente muy de madrugada, el joven pescador turbado y cegado ante la locura de un amor apasionado hasta el paroxismo; sumergido locamente por el amor de aquella bellísima sirena, prescindiendo los peligros que acarrea el mar hacia la muerte, se lanzó hacia las heladas aguas hasta descender hacia las profundidades del océano.
Por los confines del mar.
Al encontrarse bajo la magnificencia del océano.
El joven iba buceando en busca de su amada princesa.
Buceaba impetuosamente hacia lo desconocido...
Luego de un intervalo de tiempo.
Después del exorbitante esfuerzo desplegado de haber buscado por diversos cauces y llanuras.
Después de haberse desplayado por diversas grietas marinas, se sintió extenuado y enfermo.
Sus brazos y piernas empezaron a entumecérsele, cuando el aliento se esfumaba, cuando el oxigeno se extinguía, cuando su instinto de conservación se inhibía y la muerte inminente se apropió de aquél.
Después de haberse desplayado por diversas grietas marinas, se sintió extenuado y enfermo.
Sus brazos y piernas empezaron a entumecérsele, cuando el aliento se esfumaba, cuando el oxigeno se extinguía, cuando su instinto de conservación se inhibía y la muerte inminente se apropió de aquél.
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Mientras la princesa sirena que convaleciente se encontraba, al informarse de la muerte de su amado pretendiente. No dejaba de lamentarse y culparse de lo sucedido por no haber llegado a tiempo en su auxilio.
Y cuando halló el cadáver de su amado, lo abrazó fuertemente llevandolo a una gruta, ahí suplico a la divina providencia que viniera en su ayuda.
De pronto, cuando La bella Coral seguía llorando incansablemente, aparecieron unos treinta sirenitos alados entre niñas y niños, algunos montados sobre caballitos de mar, otros que llevaban entre sus manos pequeñas conchitas y coralitos de ungüento. “Eran los angelitos del mar".
Aquellos seres divinos tenían el don y el poder no solo de curar si no también de hacer revivir al ser que moría por una noble causa, o que por razones de injusticias habían perecido en el mar.
Y cuando supieron de la desgracia del joven pescador que se había sacrificado por causa de un amor, decidieron hacerlo revivir.
Y cuando supieron de la desgracia del joven pescador que se había sacrificado por causa de un amor, decidieron hacerlo revivir.
“Entonces aquél comprendió que su mundo ya no sería el mundo de tierra seca; sino que desde ese momento le correspondía el mundo de las profundidades del mar”.
Y ambos enamorados, ante la presencia de la albura luna, en una fría noche otoñal, decidieron aventurarse para siempre bajo los inhóspitos cielos de los confines del mar.
Pues aquella hermosa princesa no solo lo llevaría a su amado a conocer su reino y fortaleza.
Tambien lo llevó a conocer su universo y sus estrellas....
Tambien lo llevó a conocer su universo y sus estrellas....
Su mundo, su cielo, su proeza...
Su paraíso y esplendor...
Llevándolo a vivir a su lecho, y a su hogar.
“Y por los caminos de quien alguna vez fuera un infortunado y desdichado hombre, desde que conoció a la bella Coral, nunca más existió en su camino el tormento ni la soledad”.
Así, una vez que ambos llegaron juntos a la cima del amor ...
Fundieron sus almas hasta sellar sus corazones en uno solo y de por vida, de dicha y felicidad.
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Nota del Autor:
Por uno de los parajes frondosos que existen bajo las profundidades del oceano...por los confines del mar, existe una vislumbrante y hermosa ciudad llena de luces...(obviamente nunca antes visto).
Y que a raiz de la unión entre ambos jovenes enamorados, producto de ese inmenso amor naceria una hermosa luz de esperanza; y de esa hermosa luz surgieron bellísimos colores como de arco iris, que irradiante de resplandor hicieron florecer y embelecer los inhóspitos cielos y campos de las profundidades del mar”.
(Extracto de mi cuento: "Por los confines del mar")
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